Cristock se encerró en el baño, bajo llave, y se duchó junto al
montón de huesos. Intentó hacerlo con cuidado de no llamar la atención de su
mujer con los ruidos de los huesos contra la porcelana. El agua tibia recorría
los surcos y redondeces del esqueleto, y Cristock repasaba con sus manos cada
curva y orificio de aquel cráneo que lo tenía totalmente pasmado. Aumentó la
presión del agua caliente, pero continuó temblando ante lo que tenía en su
poder. Ahí lo estaba, desnudo, arrodillado bajo la ducha, y sin parar de
tiritar como un bebé, el hombre responsable del mayor descubrimiento de la
humanidad. Sea cual fuere el significado de Tierra 2, si el mismo planeta u
otro distinto, el concepto general ya superaba la majestuosidad de cualquier
otro hallazgo en la historia.
—..., Cristóbal Colón, Neil Armstrong,...— Son muchos los personajes que
pasaban ahora por la mente de Cristock, y no como pensamiento ególatra sino con
el fin de mentalizarse él de algo que le superaba. Como científico sabía y era
consciente de la importancia de su descubrimiento, a priori insuperable, pero
como persona se sentía agobiado como un niño ante su primer día de clase; hasta
el punto de no atreverse ni a salir del cuarto de baño. Y es que, por mucho que
intentase auto convencerse de otra cosa, todos esos nombres de los más grandes
científicos y descubridores deberían pasar, tarde o temprano, a un segundo
plano ante su propio nombre: Cristock Earl.
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