Se metió de un salto en el agujero y empezó a escarbar, con cuidado mas con
prontitud, a fin de que no se hiciera de noche. Pero no lo consiguió, ya que
ahora, con todo el esqueleto extraído por fin de la arena, tenía que valerse de
la pobre iluminación verdosa de la pantalla de su GPS para poder ver. Alumbraba
la calavera que tanto le cautivaba y confirmó lo evidente: se trataba de uno de
esos duendes, el duende que murió en la lucha contra el neandertal. Se apreciaba
perfectamente el agujero en el cráneo, ocasionado por su rival hombre. La
escena era de lo más aterradora; aún con el cielo totalmente despejado. sin una
gota de lluvia ni rayos que iluminasen la noche a fogonazos, Cristock sentía un
escalofrío que parecía no tener fin. Salió del agujero por última vez y lo
rellenó rápidamente con tierra y ramas.
Camino a casa, y con el saco de huesos a su espalda, intentó despejar
alguna de las muchas cosas (basura) que tenía en su cabeza, pero se bloqueaba a
cada instante y no hacía más que acumular estrés. Se sentía mal por seguir
manteniendo todo esto en secreto. Los momentos con el bueno de Rocco le habían
hecho reflexionar sobre el sentimiento de culpa que estaba acumulando día tras
día con su familia. —¡Pero no puedo cagarla ahora...!—
Llegó a la casa rural y su mujer e hija lo estaban esperando en la puerta,
muy nerviosas. Su mujer le gritó que dónde estaba, al tiempo que echaba una
rápida mirada al saco que Cristock ya ni osaba ocultar, pero que sí pretendía
mantener en un segundo plano de interés. El hombre gesticuló todo lo que pudo
mientras explicaba lo sucedido, todo cierto a excepción del contenido real del
saco, que sustituyó por supuestas rocas supuestamente necesarias para la
supuesta investigación geológica que está llevando a cabo. Eleanor continuó un
buen rato reprochándole la tardanza a su marido y gritándole que no le
importaba su “maldita investigación”. Al tiempo, su vista se detenía cada vez
más en el saco. Cristock agachó la cabeza y se metió rápido en casa simulando
en parte que estaba arrepentido para así poder salir de la situación. —Voy a
darme una ducha.—
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