Translate

viernes, 27 de septiembre de 2013

XLVII

Abby corre con sus prismáticos nuevos hacia la ventana. Dice que quiere investigar a la vecina, por si comete otro asesinato. El padre camina hacia ella lentamente. –Esta caminata se me está haciendo eterna...– Aún de soslayo, Cris nota la mirada de Eleanor clavada en él. –Ojalá me atreviera a utilizar la mía de escudo, pero sé que me rompería los ojos con su mirada láser...–, piensa Cristock, usando, como es habitual en él, símiles de carácter infantil aún en momentos de adultez.

De seguro pasó por su cabeza la ridícula idea de correr hacia su hija para acortar el sufrimiento; por suerte no lo hizo y en todo caso al fin ha llegado a su meta, Abby, y se acuclilla junto a ella; tras ella... Ahora sí tiene un escudo con el que protegerse. Resulta sorprendente la casi inexistente confianza que conserva el matrimonio. Ahora son prácticamente desconocidos, a pesar de la poderosa complicidad que tuvieron ambos antaño. Si no fuera por su hija seguramente no volverían a verse las caras jamás. De hecho, para Cristock, su hija es la única persona que le importa en el mundo. Tanto es así que, de no existir ella, no le importaría lo que sucediera tras la inminente llegada de los duendes. –Ya podrían aniquilar la raza humana, que mi única aspiración para mantenerme con vida sería la de poder regocijarme ante ese espectáculo apocalíptico el mayor tiempo posible ¡!–

La niña, aburrida de no encontrar ninguna vecina asesina, ha bajado la vista a pie de calle y ha dado con otro "suceso" más interesante si cabe: Cuenta que está viendo ahora a unos humanoides, que ya están aquí, dice. A Cristock se le acelera el corazón sólo de escuchar eso, aún sabiendo que está bromeando. Abby comenta que acaba de llegar la policía y dispara a los extraterrestres. Que les ponen las esposas, los meten en el coche, arrancan y "¡Brooooom!". La niña mueve los prismáticos exageradamente rápido, como si estuviera siguiendo al coche de policía (el cual, de ser cierto, viajaría a miles de kilómetros por hora). Abby deja los prismáticos en el sofá y sale corriendo. Se dirige al baño, sin dejar de imitar el ruido de un motor de coche: "¡Brooom!"

La otrora feliz pareja se queda a solas en el salón, cubiertos por un manto de incómodo silencio. Cris coge los prismáticos del sofá y mira por la ventana, para hacer tiempo mientras no llega Abby, su único nexo de unión. Pero ella lleva queriendo hablar con él desde que llegó, así que le saca por fin el tema del que venía a hablarle: el divorcio.

Eleanor le dice que ya está todo hablado con el abogado y que no hay ningún problema. Ambos seguirán como hasta ahora y seguirá viendo a su hija como de costumbre. A Cristock le parece bien, entiende que ella quiera rehacer su vida y, sin ese papel, no podría sentirse libre. –¿Por qué querría algo malo para ella? Nunca entendí esos rollos que se montan en las películas con estos asuntos... Por supuesto que me parece bien.– Por supuesto a Cris le entristece el no sentirse amado, pero más le entristecería sentirse un estorbo, y así se lo hace saber a ella.

Abby se asoma tímidamente por el pasillo, medio escondida, sujetando con las manos la falda que le cuelga por encima de las rodillas. Llama a su madre, mencionando algo sobre "sangre" en un levísimo tono de voz, casi inaudible. Eleanor camina apresurada para acompañarla de nuevo al baño. Cristock se queda petrificado en un primer instante. Al escuchar la palabra sangre sólo piensa en la mancha que él dejó en una toalla cuando limpió los prismáticos. Pero enseguida se percata y gesticula una extraña sonrisa, mezcla de alegría y nerviosismo.

–Mi niña es ya toda una mujercita... ¿?–

No hay comentarios:

Publicar un comentario